Es cierto que somos solidarios. Como el frío, que congela al vagabundo que se sueña durmiendo junto a su esposa en el cuarto contiguo al de sus hijos. Como el dinero, sentado en su gran mesa de caoba y plata, rellenándose el estomago con los niños desnutridos de nuestra fortuna. Como nuestro dios, que conoce nuestra suerte y se detiene a observarnos matarnos unos a otros. Como los hombres, que relinchan sus disconformidades y consiguen dormir tranquilos por dos monedas.
Así soy yo. Pongo mi granito de arena para cambiar el mundo. Expongo con firmeza mi proyecto de luchar por los demás, doy monedas cuando me piden, dono ropa y comida cuando alguien lo necesita; soy buen hijo, buen amigo, buena persona.
Así soy yo. Creo que con granitos de arena se salva el mundo, con un discurso que emociona al oyente (otro filósofo del mate a media tarde). Si ni dios se juega, ¿yo que debo hacer? ¿Acaso inmolarme? Doy cuanto puedo dar y eso es importante. Duermo bien.
Todos sabemos todo, pero nadie hace nada. Creemos que hay una diferencia entre el asesino y el que deja matar. Y no es el frío. Nosotros congelamos al vagabundo, quemamos sus sueños. Llenamos nuestros bolsillos con analfabetos. Y lo amamos a El y odiamos al hermano. Pero dormimos tranquilos.
Nadie es capaz de cambiar nada, es importante que sepamos eso. Matar por amor no es mas que una acción desesperada. No sientas que todo lo que pasa es tu responsabilidad. Acaso no le compras las estampitas a la nena del subte. Acaso no salvas a todas esas nenas y a sus hijos.
Es mentira que el hambre mata, que hay chicos que en este momento están siendo violados, explotados; no es cierto que hay gente sangrando, sufriendo, muriendo.Es mentira. Nadie es capaz.
Cuerpos desfigurados, niños desnutridos, niñas ultrajadas, seres ignorados. Dormir tranquilo es fácil cuando le damos un placebo a la conciencia. Somos solidarios. Todo indica que somos buenos ciudadanos.
S.L.
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